NUESTRO E-MAIL: labuhardilladelmisterio@hotmail.es


PROGRAMA 8:CEMENTERIOS Y SUS LEYENDAS

 En apariencia, serenos, los cementerios susurran más misterios de los que su silencio pueda hacer pensar... Un espectro, muy parecido a la escritora Jane Bowles, se pasea cerca de la tumba donde permanecen sus restos en el cementerio de San Miguel de Málaga. Mientras, las víctimas inglesas de un naufragio se dejan oír en la tierra dianense en la que los enterró la leyenda. Y si en el camposanto de San José de Cádiz se siguen amontonando las flores para el milagroso don Rosendo, la trompeta de un ángel pétreo augura malos presagios en La Almudena de Madrid. El programa de hoy nos sumerge en el mundo inquietante de los cementerios y sus leyendas. Solemos mantenernos alejados de ellos y simplemente los visitamos en actos de dolor espiritual, pero en cambio en otras épocas, por ejemplo durante el romanticismo del siglo XIX, eran lugares de inspiración novelesca y dando un paso mas, en otras culturas, como la del norte de Europa su mentalidad cambia completamente a la nuestra, por ejemplo los cementerios de Escocia se asemejan mas a parques que a lugares de muerte, todos tan decorados con flores y verde vegetación, por donde la gente pasea placidamente. Pero la mayor de todas las incógnitas, la propia muerte, continuará enterrada por mucho tiempo, quizás para siempre, bajo cada loza de cada uno de los cementerios del mundo. Cuando se pasea por ellos, leyendo los epitafios, mirando a los ojos de las fotografías de los muertos, comprobando el cariño que emana de ciertas tumbas y la soledad que cubre otras, pensando que, tras cada lápida, se haya toda una vida de risas, sueños y pasión, es cuando el corazón se encoge realmente. Y entonces, en ese preciso instante, se comienza a amar la vida. La Almudena (Madrid): profanaciones y estatuas encantadas Conocida antaño como la Necrópolis del Este, hoy se encuentra inmersa en la ciudad de Madrid de la que estaba alejada en sus primeros años. Millones de personas, algunas ilustres, han sido inhumadas en sus tierras, incluyendo en éstas a las del vecino Cementerio Civil, donde reposan los cuerpos de Pío Baroja, "La Pasionaria", Pablo Iglesias, Blas de Otero y Fernando de los Ríos, entre otros. El cementerio de Nuestra Señora de La Almudena, como se le denomina actualmente, ha sufrido a lo largo de su historia diferentes actos de profanación, como los que perpetrara Francisco García Escalero, conocido como "El mendigo asesino", que, dada su perturbación mental, gustaba de la necrofilia. Motivado por las órdenes de misteriosas voces, alucinaciones provocadas por su esquizofrenia, saltaba la tapia del cementerio y sustraía cuerpos con los que practicaba actos sexuales. Alcohólico y drogadicto, aseguraba sentir más placer con una mujer muerta que con una viva. Si bien en este caso las profanaciones fueron producidas por un loco borracho, otras han llevado a pensara la Policía en grupos satánicos. Así puede haber sido en la propia Almudena, aun cuando hay quien sostiene que al menos dos de estas profanaciones, las ocurridas en 1986 y adjudicadas en principio a sectas, pudieron ser obra del mismo Escalero. Aunque nos desviemos un momento de Madrid, sí se apuntaba al satanismo en los casos ocurridos en El Carmen Extramuros (Valladolid) durante los primeros días del mes de enero de 2004. Especialmente macabro fue el suceso del cementerio de Peralada (Girona) de mayo de 2006, cuando unos individuos sustrajeron los restos de una mujer e hicieron un caldo con algunos de sus huesos y unas pastillas de Avecrem, llegando posiblemente a ingerir el brebaje resultante. Rituales, salvajadas... e incluso apuestas. El inmenso cementerio de La Almudena cuenta con una curiosa leyenda que tiene como protagonista la estatua de un ángel con una trompeta acomodada sobre sus rodillas. Como si de uno de los trompeteros del Apocalipsis se tratara, se cuenta que la estatua hace sonar su instrumento para anunciar un mal presagio a quien llegue a oírla. Tal es el miedo que causa su posible audición que la narración apunta que incluso se le cambió la trompeta de sitio para que le costase más llevársela a la boca. Lo cierto es que las estatuas funerarias pueden provocar el mayor desasosiego, así como, en algunos casos, la dolorosa expresión de sus rostros. Ángeles, santos, amorcillos, personajes mitológicos, bustos del propio fallecido... figuras, especialmente aquellas ajadas por el tiempo, que parecen seguir al visitante con la mirada. Y La Almudena está repleta de ellas. San Miguel (Málaga): el fantasma de Jane Bowles Situado en el barrio de Fuente Olletas, el Cementerio de San Miguel encierra algunos de los monumentos fúnebres más impresionantes de nuestro país, legado de los burgueses malagueños del siglo XIX. Así, dignos de contemplación son todos y cada uno de los panteones que, afortunadamente, permanecen en el recinto. Entre las muchas personalidades que reposan en el cementerio se encuentra la escritora Jane Bowles, fallecida en Málaga en 1973 y enterrada en la parcela 453-E bajo una discreta cruz de madera. Su descanso estuvo a punto de ser interrumpido hace unos años, cuando la empresa gestora del cementerio anunció que sus restos iban a ser esparcidos en la fosa común. Aprovechándose del gesto altruista de una joven estudiante, Alia Luque, amante de la literatura de la esposa de Paul Bowles y quien llegó a pagar el traslado de los restos al cementerio de Marbella, el Ayuntamiento de Málaga quiso apuntarse un tanto en 1998 levantando un sencillo monumento en la tumba de la escritora. En el libro Misterios del sur, el investigador José Manuel Frías recoge la historia del fantasma de Jane Bowles. Tanto vigilantes del cementerio como visitantes han sido testigos de la visión de una extraña mujer de negro, increíblemente parecida a Bowles, que observaba la tierra que abraza sus restos y paseaba por los alrededores en actitud taciturna. Se dice que, cada año, el mismo día de su fallecimiento y en el momento en el que sus admiradores se congregan en la tumba para recordarla, Jane reaparece y desaparece casi a la par. Sin duda, la más romántica de las leyendas que hace más atractivo aún el paseo entre las tumbas de San Miguel. San José (Cádiz): apariciones y don Rosendo, el benefactor Construido en 1800 a las afueras de la ciudad, la expansión de la urbe ha ido rodeando este cementerio hasta quedarse encajado en plena zona moderna. Hoy el cementerio de San José está a punto de desaparecer y la práctica totalidad de sus restos han sido trasladados al cementerio mancomunado Bahía de Cádiz, en el término de Chiclana. Este cementerio depara sorpresas al aficionado del misterio. Sus nichos vanos, sus patios silenciosos, sus encaladas paredes avocadas al olvido, esperando el momento de su demolición para ser convertido en parque público, viviendas, equipamientos deportivos y aparcamientos. Sin embargo, y mientras San José tan sólo se agitaba en los medios locales como bandera de los progresos políticos, un romántico quiso otorgarle un cariz más legendario, menos prosaico, un tanto digno, porque ¿dónde se ha visto un cementerio sin fantasmas? ¿Iba a sucumbir el de la vieja Cádiz sin que alguien diese fe de la agitación de los muertos? Así, el investigador Miguel Ángel Segura viajó a la Tacita de Plata desde una Cataluña no menos misteriosa para entrevistar al supuesto testigo de unos inquietantes fenómenos paranormales. Alfonso Cozar Romero, ex vigilante de seguridad, afirma haber sido agredido por fuerzas invisibles, perturbado por sombras antropomorfas, agitado por la losa que cubre el cuerpo de una mujer en la capilla y asombrado por la sangre que vio manar del costado de un crucifijo. Pero de entre todas las experiencias que Alfonso transmitió a Miguel Ángel, destacan las de dos apariciones fantasmales que aseguró ver de forma totalmente clara. La primera se corresponde con un muchacho que lo saludaba y que desapareció de pronto, percatándose posteriormente de que era la misma persona que aparecía en la foto de una de las lápidas. Y en la segunda fue su propio primo el aparecido. Fenomenología varia que ninguno de los vigilantes entrevistados por el arriba firmante ha experimentado: "yo llevo aquí mucho tiempo y nunca me ha pasado nada", sentencia uno de ellos añadiendo que desconocía por completo las vivencias de Alfonso Cozar. Lo que sí conocen todos los vigilantes que han trabajado en el cementerio, así como el resto de la población gaditana, es la existencia de un difunto que, desde hace décadas, ha sido visitado por miles de personas. Se trata de don Rosendo, personaje del siglo XIX al parecer harto generoso en vida... y en muerte, ya que la gente asegura que sus bondades continúan incluso fallecido. El nicho de don Rosendo sigue siendo lugar de parada obligatoria para el visitante, bien para contemplar con asombro la multitud de ramos de flores que hacen cola hasta su lápida o bien para solicitarle directamente alguna gracia.Tiempo atrás, era normal ver a personas, mayoritariamente mujeres, rezando a don Rosendo como si de un santo se tratara. Lavaban su lápida, la besaban y acariciaban, y al tiempo, si el deseo se había hecho realidad, regresaban para continuar agasajándole. Aún hoy el nicho de don Rosendo sigue estando repleto de flores y, con toda seguridad, la gente seguirá visitándole en el Mancomunado de Chiclana para pedirle algún que otro favorcito.
 
. © 2010 | blog LA BUHARDILLA DEL MISTERIO by EL HOMBRE EN LA SOMBRA |